El tiempo solo es un pretexto para poner fechas, celebrar cumpleaños y onomásticas, decir “a las cinco y media en las escaleras de la Plaza Pelayo”, justificar por qué envejecemos y evolucionamos, cumplir castigo en cárceles con barrotes irrompibles y contar los años que nos quedan hasta el instituto, la universidad, el trabajo estable o la jubilación. El tiempo solo es un pretexto.
El tiempo es un juguete invisible e inexistente, maleable y no solamente para dioses.
El tiempo, su tiempo, es un niño imberbe que tirita de frío, que la coge de la mano y la empuja con ansia como si quisiera visitar todas las tiendas de golosinas y caramelos. Su tiempo aprendió que era vencible cuando vio que a ella no le daba miedo, que por primera vez no la hacia envejecer, que por primera vez era ella la que ganaba cuando lo mutiló sin mediar palabra, llenándole la boca de look-forwards y flash-backs que no entendía.
Éste es el principio de un cuento largo que tengo entremanos, a ver si sale algo de provecho :)
(javi, muchas gracias por tu presencia lectora :) )
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
(Casi) siempre sale algo de provecho en los blogs. Y el tuyo - estoy seguro - no será una excepción.
Y oye, si no es así al menos nos entretienes un rato leyendo durante el verano, que ya es algo :P :D
¡¡El primer párrafo me ha gustado mucho!!
Me ha gustado mucho. El "tiempo" es un tema muy recurrente pero del que se puede sacar mucho partido. Si el relato sigue como lo has empezado seguro que merece la pena.
Espero la continuación...
Vagi bé!
Yo también utilizo el blog como un banco de pruebas. Aunque "banco de pruebas" me suena a clínico, mejor sería decir laboratorio, que es de ciencia pero con reminiscencias de ciencia ficción, de científico loco. ¿Por qué preguntas si lo que has escrito es un principio? Se me pone la piel de gallina, los principios es la cosa más complicada que te puedes echar a la cara. Por eso la respuesta debería ser Sí.
Publicar un comentario